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El esquema, cada vez más común, de una "pura relación", descubierta y descrita por Anthony Giddens en La transformación de la intimidad, puede interpretarse como la traspolación de las reglas del mercado al ámbito de los vínculos humanos. La práctica de una "pura relación", ampliamente observable e incluso ensalzada en la cultura popular y su brazo armado, los medios, puede ser analizada a la luz de la presupuesta o así postulada soberanía del consumidor. El impacto de la diferencia entre una relación de pareja y un acto de compraventa de artículos comunes -distinción por cierto profunda que surge de la mutualidad del consentimiento requerido para que la relación se inicie- resulta minimizado o directamente descartado por la cláusula que dictamina que basta con la decisión de una de las partes para que ésta termine. Esa cláusula saca a la luz la similitud anulando la diferencia: en un modelo de "pura relación", como en los mercados, las partes tienen derecho a tratarse entre sí como tratan a los objetos de consumo.Una vez que se ha extendido a las relaciones de pareja el derecho (y la obligación) que uno tiene de deshacerse y reemplazar un objeto que ya no satisfaga plenamente, las partes pasan a tener el rango de objetos de consumo. Paradójicamente, pasan a tener ese rango como consecueicna de su lucha por ganarse y monopolizar los privilegios del consumidor soberano...