Y la azucarera está ahí, apoyada sobre una servilleta blanca con dibujos negros que crecen diametral y espontáneamente sin que nadie se percate. Ambos elementos y su relación espuria yacen sobre una pesada mesa de madera manchada por el uso, apartada de los otros muebles, como en penitencia, pero más amada que el resto, quizás por esto mismo más castigada.
Algunas veces hace falta apagar algunas luces para ver con mayor nitidez, para aclarar la percepción en un mundo de espectro oscuro. Una percepción que se calma a falta de luz ya que las miradas sobre la misma cesan en número por ausencia de brillo en sus movimientos. Ella, totalmente trastornada por los comportamientos ajenos, enfermos, pero escondidos en la ceguera de las masas, se expresa extrañamente. Fueron vivencias no esperadas desde un principio pero que llegaron y arrasaron con la felicidad súbitamente, dejando un palpitar interno de ritmos extraños, que se reflejan fuera como movimientos sensuales en la piel. Y ahora los espasmos alteran el funcionamiento de sus tendones, mostrando en las inocentes y pequeñas manos vibraciones involuntarias e inevitables. Esto, para los ojos de acusadores cotidianos son síntomas de inseguridad, y no de un deterioramiento agresivo producido por ellos mismos y su conexión inmediata despojada de filtros, entre su cerebro y sus gestos.
Foto: unknownartist565
Algunas veces hace falta apagar algunas luces para ver con mayor nitidez, para aclarar la percepción en un mundo de espectro oscuro. Una percepción que se calma a falta de luz ya que las miradas sobre la misma cesan en número por ausencia de brillo en sus movimientos. Ella, totalmente trastornada por los comportamientos ajenos, enfermos, pero escondidos en la ceguera de las masas, se expresa extrañamente. Fueron vivencias no esperadas desde un principio pero que llegaron y arrasaron con la felicidad súbitamente, dejando un palpitar interno de ritmos extraños, que se reflejan fuera como movimientos sensuales en la piel. Y ahora los espasmos alteran el funcionamiento de sus tendones, mostrando en las inocentes y pequeñas manos vibraciones involuntarias e inevitables. Esto, para los ojos de acusadores cotidianos son síntomas de inseguridad, y no de un deterioramiento agresivo producido por ellos mismos y su conexión inmediata despojada de filtros, entre su cerebro y sus gestos.
¿Darkness or brightness?
Texto: Pato CorvalánFoto: unknownartist565