lunes, 22 de abril de 2013
Time Flies
Into a suburb of heaven,
yeah it should've been forever.
It all seemed to make so much sense.
[...]
She said nothing ever happens
if you don't make it happen.
And if you can't laugh, then smile.
But after a while
you realize time flies.
[...]
She said nothing ever happens
if you don't make it happen.
And if you can't laugh, then smile.
[...]
How does time break down
with no marker, things slow down.
A conference of the strange
[...]
I could tell you what I'm thinking
while we sit here drinking,
But I'm not sure where to start.
You see, there's something wrong here,
I'm sorry if I'm not clear,
[...]
And the coat you wore to Alton Towers
Is still the way I see you now.
miércoles, 17 de abril de 2013
Leyendo los dos bajo la misma lámpara
Incómodos, cansados y apoyados con el cuello todo doblado sobre dos
almohadones.
”…por eso te dejo esta carta en la caja de nuestro árbol, porque sé que vas a
subir, como siempre, y la vas a abrir.”
Taché una oración que iría aquí mismo.
También te dejo, sobre la mesa, una factura recién salida del horno en
un plato de postre, junto con el termo que tiene agua caliente. Cerré la
hornalla cuando empecé a sentir las burbujitas. Tenía la mano apoyada sobre la
manija de la pava, como me enseñaron en la pensión, cuando vivía a una cuadra de la facultad. Escuchaba
Zeppelin y me acordaba de cuando me quedaba sólo en la casa de mi abuela. De la
pensión salía a las diez menos cinco cuando la clase empezaba a las diez, y
llegaba bien; eso sí, con cara de dormido. La facultad donde felicité a un
profesor después de su teórico, sólo diciéndole –muy bueno el teórico!-, y se
emocionó, se le notaba, me dijo que pocas veces un alumno se acerca para decir
eso. Un par de años más tarde lo tuve de profesor en cuarto, y cuando ya me
había recibido fui ayudante en su cátedra. En cuarto ya tenía una notebook que
me regaló mi papá, era la que usaba él para trabajar. Antes de usarla para la
facultad hice un poco de música electrónica, pero sólo un par de noches; sobre
una mesa verde acanalada, a la cual había que ponerle un pedazo de alto impacto
para poder dibujar encima. No estaba pensada para dibujar ni escribir, sólo
para leer. Con un pincel ancho, que sacábamos de un cajón, sacábamos las migas
de los canales. Nos juntábamos a estudiar ahí. Fue el departamento desde donde
mejor se apreciaban los atardeceres, en un sexto piso, en un edificio que
parecía un barco. Me pregunto quién vivirá ahí ahora. Seguro que no lo conozco.
O la conozco. Abajo había un bar al que sólo fui una vez en dos años y medio
que viví ahí. Al cine me harté de ir, quedaba a cuatro cuadras.
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