La única razón por la que los ultra-católicos, o fervientes católicos representantes de la infinita misercordia de Dios dejaron de quemar vivos o ahorcar a los pocos que se atrevían a poner en duda la existencia de un ser supremo invisible, o que alguna de las cosas de este mundo haya sido producto de su poder creador fue porque aparecieron leyes que lo prohibían.
Al acto de matar en nombre de la Fé, de que un grupo de gente decida el destino de la vida de una persona por haber cuestionado algo, se le fue poniendo límites porque... como todos se imaginan, era fuerte.
Me imagino las primeras veces que alguien se atrevió a poner en duda la existencia de Dios, sin saber las consecuencias que le acarrearían semejante atrevimiento. Los más próximos habrán extendido sus brazos súbitamente con las manos abiertas como si empezara un terremoto. -Cómo se atreve!!!- en tono de completa seguridad sobre lo contrario, cómo si estuviésemos rodeados de miles de pruebas que lo demuestran.
El postulado -Si existe el mundo, existe Dios- o -Si existimos los humanos, existe Dios-, fue pensado por un humano. Los perros, las palomas y los ciervos carecen de esta información y tampoco pareciera preocuparles.
Si el mundo estuviese dominado por perros o dinosaurios dios no existiría. -El hombre crea a Dios- como dice Jeff Goldblum en Jurassic Park; gran actor, gran película. De esto deducimos, algo muy trillado en el mundo de la filosofía, que para que exista Dios en algún sentido, debe existir el hombre.
No hay pruebas de que esto sea o no sea así, nunca en la historia Dios bajó con los blueprints del mundo y dijo -Miren, aquí tengo pruebas de que yo creé todo esto-. Tampoco veo la necesidad de jactarse de esto para alguien con tanto poder. Aparte se perdería todo el misterio que rodea la cuestión. Y si algo sostiene a la religión es el misterio.
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