Escenario: Casa grande, pasillo largo, baño nuevo, casa vieja.
Escenas: El protagonista vive en la casa.
Situación: Herencia de una tía, la casa. La tía estaba medio loca, casi no se comunicaba con la familia pero al protagonista lo quería mucho.
El trabajo del protagonista (Aun no definido, pero le dejaba poca plata, apenas para moverse y comer). Decidió mudarse directamente a la casa.
Situación Particular: Cada vez que entra al baño y pasan mas de 6 minutos, empieza a oír voces, de una familia, a veces amigos de la familia, invitados, conversaciones enteras. Empieza a volverse adicto a escuchar ese entorno, pero el sonido se interrumpe subitamente al abrir la puerta. Algunas veces quedan restos, objetos de la familia tirados sobre la mesa o el suelo, que evidencian que algo pasa, pero no directamente en esa dimension. Paulatinamente va dejando de tener contacto con la realidad para adentrarse mas en los sonidos que solo el puede oir.
Las cosas se ponen densas cuando escucha problemas, el no puede interferir. Intenta, totalmente en vano, pasar papeles con mensajes por debajo de la puerta del baño... hasta que un dia uno vuelve a entrar con un mensaje breve del otro lado. Comienzan a contestarle... los otros pueden oirlo desde afuera, pero siempre al abrir la puerta.... todo callará.
viernes, 25 de marzo de 2011
sábado, 12 de marzo de 2011
Y empezó a moverse...
A veces el viento comienza a moverse muy rápido, de repente, de la nada. En un momento, silencio absoluto y en el siguiente se escuchan los árboles, aunque estén afuera, y la ranura de la puerta empieza a silbar. Ese silbido constante, que ignora la espera del silencio y sigue, como si nada.
El correr del viento frío, aparte de activar sonidos genera distintas reacciones en las personas. La repentina aceleración del espacio entre los edificios y las personas, según si éstas estan fuera o dentro de los primeros crea situaciones diversas. A algunos los hace contraer sus hombros y sacudir sus flequillos, a otros los hace apretar el borde del acolchado con sus dedos y presionar la cara contra la almohada, otros simplemente sacan levantan un fino papel que se voló desde un escritorio y, por más que nunca lo usarán para nada, vuelven a ponerlo en el escritorio para que se traspapele con el resto que sí sirve.
El viento silba y mueve todo, levanta la tierra, la traslada desde la calle hasta el interior de un gabinete o debajo de una heladera. A veces pareciera estar a punto de hacer estallar una ventana, pero sólo queda en eso, en "a punto", como tantas otras cosas.
A mi me hace estornudar, de paso me interrumple en el tecleo y me cansa con su silbido, pero por otro lado refresca mi ambiente, el espacio que hay entre los objetos de mi casa.
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