Bueno, tengo 20 minutos para escribir algo porque me quiero acostar a las tres am. Esto comenzará a ser más periódico? O seguirá siendo esporádico? No sé, pero asi como viene siendo está bueno, escribir. Hoy conocí el Malba, el bar del Malba y la tienda Malba. Me faltó la biblioteca! Esperaba encontrar los números de IF que me faltan pero al final se me fue el tiempo y no entré. Me deslumbró, o mejor dicho, me dejó acromático... la obra de Cruz Diez. Impresionante ese tipo y lo que hace con los colores! Un verdadero artista experimental-casi-científico. El lugar, arquitectónicamente hablando, es impresionante. El tamaño, perfecto. Las alturas, proporciones, iluminación, terminaciones, materiales, todo en su debido lugar y muy bien elegido. Es, como dicen acá, en la ciudad de los pobres corazones, para extranjeros; aunque, obviamente, lo visitan muchísimos locales. Es un lugar que vale la pena, cien por ciento. La tienda Malba da muchas ganas de diseñar, aunque las obras de arte que vi me dieron más ganas de intervenir a nivel urbano que de dibujar, que es lo que cualquiera supondría desde un principio. Te cansa los pies, pero te llena de imágenes, colores y ritmos... sobre todo, de espacialidad consciente. Me quiero comprar de todo! Eso es lo jodido de Buenos Aires, que supera ampliamente mi materialismo. Jodida la cosa che.
Paredes blancas, los noventa grados quedaron en la nada, madera color madera y croissants carísimas mientras tres empresarios se regocijan de su capacidad adquisitiva hablando de sus planes y otras cosas intrascendentes para la gente común.
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