sábado, 16 de febrero de 2013

Mi efímero perro


Lo que nos diferencia y lo que nos acerca.
- Ven perro errante, acércate, mantén tu sigilo. Aproxima tu cabeza, yo sí te voy a acariciar, aunque sea sólo un rato.-
A ambos nos gustan las caricias de los humanos. La diferencia es que vos te animás a acercarte a pedir cariño a extraños, yo no. Ambos tenemos las mismas chances de ser rechazados. Tu pelo es áspero y grasoso; no es suave, no tiene el aroma a crema de enjuague de la botella violeta. Pero vos te animás a acercarte. Tus ojos tienen sabiduría, experiencia, sobre todo en la tristeza, en inclemencias; quizás más que los míos. Tus bigotes blancos denotan tu madurez, tu mirada resignada, como una reacción latente, premeditada, ante la posible indiferencia. Pero esos ojos igual dicen – necesito afecto, luego de esto me iré, y no me verás más-, pero vos cumplís, vos te vas, no, yo no. No sé irme. Por eso vos estás acá, conmigo, escuchando Morphine. ¿Por qué ese gesto de alarma?¿Te gustaba más cuando el libro estaba abierto? A mi también. Un libro en las manos de un hombre representa que es un hombre pacífico. Es verdad. En eso tenés razón valiente perro. Yo también me quedaría a mi lado. 

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