sábado, 16 de febrero de 2013

Tipeando estaba la gansa


En una época sentarme a escribir con la máquina de escribir eléctrica de mis padres me resultaba más placentero que tipear en la computadora. No sabía usar internet en esos tiempos, sí, no sabía. Sentir el impacto de los pequeños sellitos con cada letra a medida que escribía tenía su encanto. Obvio que era un acercamiento a las máquinas Olivetti que tuvieron tanta aceptación en los escritores bohemios de los ardientes sesenta. Pero bueno, en nuestra casa había una eléctrica.
Hoy me doy cuenta que ese placer diletante se transportó entre el teclado de mi computadora y la pantalla touch del celular. Tiene más encanto, aparte que es más cómodo y rápido, el teclado de mi computadora. Lejos estamos hoy de la máquina de escribir, aunque por unos mil pesos o menos se consiguen algunas en unos sucuchos que vi en Buenos Aires la última vez que estuve. O quizás eran más de mil pesos, no sé, igual no me veo comprando una por ahora. Como que mi economía me lleva a comprarme cosas útiles, y si son boludeces tienen que ser baratas.
Bueno, esto es una ansiedad de escribir antes de dormir. Por eso esto no está para nada interesante. No era una ráfaga de inspiración, sólo ganas de volcar mis ganas de tipear. Y creo que con esto es más que suficiente. 

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