¿Por qué los puntos? ¿Por qué los intervalos? ¿Por qué
esperar?
Entre canción y canción hay unos segundos de silencio. El segmento mudo que marca un fin y avisa que lo que viene no va a ser lo mismo.
Esas guitarras grabadas con cierto tono dulce, sus uñas rasgando el aserrado perfil de cada cuerda. Esa aspereza del contorno filar que le da su identidad, la aspereza de la voz que emerge y se pierde en parte al acercarse, al hablar en secreto al oído. Esa estrategia ineludible que logra incrustar su timbre de voz en las oscuridades del abismo personal. It’s like playing a guitar for the first time.
Entre canción y canción hay unos segundos de silencio. El segmento mudo que marca un fin y avisa que lo que viene no va a ser lo mismo.
Esas guitarras grabadas con cierto tono dulce, sus uñas rasgando el aserrado perfil de cada cuerda. Esa aspereza del contorno filar que le da su identidad, la aspereza de la voz que emerge y se pierde en parte al acercarse, al hablar en secreto al oído. Esa estrategia ineludible que logra incrustar su timbre de voz en las oscuridades del abismo personal. It’s like playing a guitar for the first time.
Cómo cinco notas de un bajo te pueden aflojar las
piernas, cómo el aliento que atraviesa el enrejado del micrófono de vinilo te
mira directo a los ojos por los próximos 5 años. Esa conexión de pensamientos
retorcidos y discos que te encuentran en un pasillo, te ponen incómodo, sin
saber bien qué decir.
¡¿Cómo puede ser que no hayas escuchado esa banda?! ¿No
es mejor… no haberla escuchado antes? Siempre estuvo ahí, siendo la mejor y poder
descubrirla por primera vez.
La música puede lastimar, pero nunca ser lastimada. Una vez que se crea, se graba y queda así, intocable y al mismo tiempo con la capacidad de ser reproducida miles y millones de veces. Pueden haber versiones terribles, versiones que nunca deberían haber sido registradas, pero… eso también pasa en otros planos, no? A veces la mejor versión es la peor grabada.
Noches calurosas, noches frías, las sábanas encima,
las sábanas en el piso, la música sonando. Nadie levantándose a apagarla. ¿Afecta
escuchar música mientras dormimos? Siempre me pregunté eso. Creo que era más fácil
preguntárselo que levantarse en invierno a apagar todo. La lucecita verde
prendida, la única luz en la pieza.
Esa canción, la única que te puede hacer querer bailar
con todo tu cuerpo, toda la noche; la que puede hacer vibrar la cuerda que nos
mantiene en pie. Es como esa persona que apaga tu timidez y sentís que siempre
estuvo ahí. Quizás es por el parecido que hay entre la música y el amor lo que
nos hace que nos guste tanto. Una letra y una melodía creadas desde una
ausencia tan presente y desde la maldita distancia… ¿Cómo no identificarse?
2 comentarios:
Y me dejas pensando si es que el amor y la música son parecidos...
Casi, casi lo titulo Love and Music.. jeje, pero no quería caer en ese título.
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