(Alejandra Morales)
lunes, 17 de diciembre de 2012
Tan Alicia como yo
- TAN ALICIA COMO YO- algunos hablan de ella en pasado, dicen: -nunca estuvo demasiado viva, no era ella, era su sombra- un trocito de aire encerrado, un flor pequeñita como un no me olvides un olvido chiquito, un insignificante olvido, de esos que no merecen ser recordados. Dicen que se fue. Que siempre estuvo en fuga. Pero hay noches en que yo escucho sus gritos, ella sigue allí en ese pozo, en su guarida de silencio se resguarda, por puro instinto, se mezquina, se calla. Hay días que de tan diminuta se ahoga con cuatro lágrimas, hay noches que de tan enorme vulnera techos, muros, cárceles, se crece árbol. Temblorosamente inmóvil espera, yo sé que ya no cree, nunca vuelve lo que no vino jamás. y sin embargo, ella espera, atrapada en el laberinto de su sangre. Ama la libertad pero arranca una a una las plumas de sus pájaros. Anuda cada día sus venas alrededor de su garganta. Ya no dice la palabra: mañana. Sus ojos saben que no es el sol quién los alienta, que no es la promesa de la luz lo que la hace soportar otra madrugada. Dicen que su sangre es ajena a la vida, dicen que su vida es desangrada. Ella ya no es Alicia, la exiliaron del asombro, le descarnaron los sueños de las manos. Ya no está ahí, ni aquí. No encuentra donde ir, vive la ironía del tiempo en posesión de un conejo... Es tarde -dice- es tarde. Hay noches en que no encontramos sitio donde morir por última vez.
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