lunes, 28 de febrero de 2011

Fragmento de "Sunset Park" (Paul Auster) - pag. 58

“…La boda se celebró el 12 de Marzo de 1979, menos de 5 meses de su primer encuentro. Al cabo de 5 meses, ya había problemas en el matrimonio. Su padre no quería aburrirlo recitándole una letanía de sus disputas e incompatibilidades, pero todo se resumía en lo siguiente: se querían pero no se llevaban bien. ¿Tenía eso sentido para él?

No, no le encontraba sentido alguno. El muchacho ya estaba enteramente confuso para entonces, pero la daba pánico reconocerlo ante su padre, que hacía esfuerzos por tratarlo como a un adulto, y aquel día no se sentía a la altura, el mundo de los adultos era insondable para él en aquel momento de su vida, y se mostraba incapaz de comprender la paradoja de amor y desacuerdo que coexistían en igual medida. Tenía que ser una cosa u otra, amor o no amor, pero no su existencia e inexistencia al mismo tiempo. Hizo una breve pausa para ordenar sus pensamientos, y luego formuló la única pregunta que parecía venir al caso, la única que tenía un significado pertinente. Si se llevaban tan mal, ¿por qué tuvieron un hijo?
Ésa iba a ser su salvación, contestó su padre. Ése era el plan, en cualquier caso: tener un hijo juntos y esperar luego a que el amor que inevitablemente sentirían por él detuviera el desencanto que iba creciendo entre ellos. Ella parecía feliz al principio, le confesó su padre, los dos estaban contentos, pero después… Se interrumpió bruscamente a media frase, desvió un momento la vista mientras consideraba las circunstancias y, finalmente, concluyó: No estaba preparada para ser madre. Era demasiado joven. No debería haberla empujado a eso.”

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