viernes, 14 de diciembre de 2012

No Envelopes


Ahora algunos cajeros automáticos, o, como prefiere decirle la gente entendida, “terminales de auto-servicio”, ya no reciben el dinero adentro de sobres. Ahora el nuevo sistema prescinde de sobres. Eso sí, no fueron reemplazados por e-mails, sino que ahora uno escribe el monto a depositar, manda todos los billetes sueltos y nadie sabe lo que sucede ahí dentro, como en las reuniones con el representante del gremio; de repente sale el tipo y ya está todo arreglado. Consecuentemente, ante esta desconexión física de la moneda impresa, ante esta carencia del concepto tangible de “grupo” o “conjuntos” de billetes dentro de lo que vendría a ser una especie de diagrama de Venn recaudador del tamaño de una heladera pequeña, los usuarios del sistema empiezan a desconfiar. La gente quiere sobres. Y siguen habiendo filas en las “anticuadas” máquinas que reciben sobres. Fue como cuando inventaron el auto. No se puede poner de prepo una cosa nueva y eliminar la vieja, siempre va a haber gente que quiere seguir con el sistema primitivo. Es como la gente que sigue creyendo en el ejército.
Así, los primeros autos tenían que parecerse a carretas, por eso eran así, como carruajes, y las ruedas eran de madera, como las de las carreatas. Nadie iba a subirse a un 206 en esa época, por más accesible que fuera.
¿Qué se imaginará la gente que sucede a la una y media cuando cierran las puertas del banco? Abren el cajero automático, si es que se le puede llamar así, cuentan la plata total y, si llegaran a faltar cien pesos, no vale ninguno de los depósitos que se hayan  hecho durante el día. No señor, no son válidos porque algún picarón depositó plata de menos. Entonces, todos caen con él. Se tiene que optar por la decisión más justa. Eso es vivir en democracia.

¿De qué más desconfía la gente? Bueno, nadie cree que lo que le cobran en la boleta del teléfono es algo que tenga sentido. Todos esos ítems, uno arriba del otro, servicios de Internet, impuesto número tal, redondeo, retención del mes anterior, etc. Todos sabemos que el valor total es un número que carece de todo fundamento racional. Son ciento ochenta pesos y listo, querés seguir teniendo teléfono? Pagálo!
Tampoco nadie confía ya en que los pasajes de colectivo vayan a bajar cuando pase la temporada alta. Es de cultura general saber que suben cuando se acerca fin de año, suben un poco más en plenas vacaciones y nunca vuelven a bajar. No, van a quedarse ahí hasta que venga otra temporada alta y ahí suben de nuevo. Como cuando te explican el concepto de inflación cuando sos chiquito, y la pilotean un poco a ver si de alguna forma lo entendés. Te dicen, bueno, ahora todo esta caro porque hay más plata, y uno piensa -Entonces cuando haya menos plata los precios vuelven a ser los de antes-. Pffff! Iluso.
Por otra parte, nadie sabe bien lo que pasa dentro de un aire acondicionado. Se sabe que hay un gas, una manguera que tira transpiración en un balde o un bidón, y listo, eso es todo lo que sabemos. Se prende y empieza a hacer frío, o algunos días, a volverse un hábitat que permite la vida, no cómo en la vereda.
“Todo lo que toca la luz”, la descripción del futuro reino de Simba. Acá en Tucumán todo lo que toca la luz es un lugar de paso para correr hasta entrar en alguno en que haya aire acondicionado.

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